Día uno. Domingo, 10 de la mañana. El primer desfile de la edición 25 de Mercedes Benz Fashion Week México está por arrancar. El diseñador, Alfredo Martínez. El escenario, el Monumento a la Independencia, mejor conocido como el Ángel, que ya había sido en años pasados el punto de partida para dar comienzo a la celebración de la semana de la moda.

Nos sentamos sobre taburetes construidos de periódicos y las diferentes siluetas empiezan a asomarse, una tras otra. Tonos ocres, amarillo mostaza, borgoña, marrón, verde pino, y el infalible negro, forman la paleta que va en armonía con el paisaje soleado de la mañana. En los ojos de Alfredo Martínez, el invierno se mira optimista. Los materiales de los trajes de dos piezas y vestidos escotados, igual que en temporadas anteriores, siguen siendo exigentes; telas delicadas y suaves, además de lanas y terciopelo, el predilecto de los próximos meses. La entrega se compone de diseños que hay que mirar de cerca para conocer mejor y para poder apreciar el trabajo en detalles específicos como botones forrados, lentejuelas bordadas, broches en solapas y cinturones anchos. Los vestidos de corte A, que lucen mejor en movimiento, reflejan un particular entendimiento del cuerpo de la mujer.







Todas estas son palabras que sirven para comprender sólo el inicio de la forma tan minuciosa con la que el diseñador de Guadalajara, que gusta de jugar con las texturas, los cortes, las formas y los colores, hace moda. Sus colecciones tienden a ser más editoriales, y las piezas no siempre son las más fáciles de utilizar. Pero esta vez no sólo miramos las prendas; también las queremos usar. La colección presentada de esta forma crea una conexión cercana con los espectadores, muchos quienes a su paso por Reforma se encontraron con un desfile repentino que los obligó a detenerse. La reacción fue pareja. Quien no se haya emocionado, no tiene esperanza en la consolidación de la industria mexicana.





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Shinae Park | Cynthia Buttenklepper | The Pack
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